jueves, 12 de mayo de 2016

La vida de Jorge Luis Borges. El hombre en el espejo del libro

Entre chismitos y chismes de conventillo

La biografía que el borroso James Woodall escribió en inglés sobre Jorge Luis Borges: The man in the mirror of the book, apareció por primera vez en Londres, en 1996, editada por Hodder & Stoughton. Y la primera traducción de ésta al español, de Alberto L. Bixio, fue impresa en Barcelona, en marzo de 1998, por Editorial Gedisa, con el título La vida de Jorge Luis Borges. El hombre en el espejo del libro
(Gedisa, Barcelona, 1998)
        Según James Woodall: “En octubre de 1995, María Kodama anunció que catorce biógrafos estaban trabajando sobre Borges. De esos biógrafos sólo ocho la entrevistaron y ella piensa que sólo uno está produciendo algo que le parece realmente interesante”. Dice, además, que su biografía es una de las catorce; que la entrevistó tres veces (pero no le precisó la fecha de su nacimiento en Buenos Aires: marzo 10 de 1937); y que su libro “no es el que cuenta con su aprobación”. No obstante, el biógrafo se muestra muy agradecido por las atenciones que recibió de María Kodama y de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges que la viuda creó en Buenos Aires el 24 de agosto de 1988 (en una casa ubicada en Anchorena 1660 que colinda con la casa donde los Borges vivieron entre 1938 y 1943), e incluso desde el inicio plantea un vínculo ideal entre ella y Borges (pese a que luego dice que no hubo sexo): “María es el monumento vivo de Borges, la destinataria del amor que el escritor buscó durante toda su vida y encontró finalmente en ella sólo en edad avanzada”. 

María Kodama, la Yoko de Borges
  Quizá por ello no le interesó ahondar en los legendarios equívocos y controversias que suscitó la relación amistosa (y amorosa a partir de su mutua declaración en abril de 1971 en Islandia) que María Kodama sostuvo con Borges, desde mediados de los años 60 hasta su muerte, ocurrida el sábado 14 de junio de 1986 en un departamento entonces recién adquirido en Ginebra, Suiza, ubicado en un edificio en la Gran-Rue 28. Y más aún: menciona, pero no bosqueja, la leyenda negra que desencadenó el súbito matrimonio exprés (casi dos meses antes del fallecimiento del anciano, ciego, enfermo y desahuciado poeta), celebrado desde Europa, por poder, el 26 de abril de 1986 en Colonia Rojas Silva, un oscuro y remoto pueblo del Chaco paraguayo, y la modificación del testamento de Borges a favor de ella. En el testamento de 1979, dice Woodall, María Kodama y Fani (Epifanía Uveda de Robledo), la criada de Borges y su madre desde 1947, se dividirían la herencia; pero en el testamento de noviembre de 1985, María Kodama figura como la única heredera y a Fani sólo le corresponden dos mil dólares. Que James Woodall diga que Borges no quería a la sirvienta y que no le gustaba su cocina, no explica que primero la heredara y luego la desheredara. 

Borges y Fani, la criada, en el departamento B del sexto piso de la
calle Maipú 994 (Buenos Aires, inicios de los años 80).
Foto en El señor Borges (Edhasa, 2004)
  Con el entrevistador y amanuense auxilio de Alejandro Vaccaro, Fani revela algo de tales oscuros intríngulis en El señor Borges (Edhasa, España, 2004), lo cual puede complementarse y contrastase con lo que Juan Gasparini argumenta y exhibe en su minucioso y polémico libro-reportaje Borges: la posesión póstuma (Foca, Madrid, 2000). Pero tal sórdido embrollo de culebrón telenovelero María Esther Vázquez lo había bosquejado de otro modo en su biografía Borges. Esplendor y derrota (Tusquets, Barcelona, 1996), quien según James Woodall fue quien organizó a los abogados que intentaron modificar el testamento a favor de Fani, pero sólo la llevaron a la pérdida, incluidos los dos mil dólares. Para María Esther Vázquez, Borges sí apreciaba a Fani y se entendía y sobreentendía con ella con palabras y hábitos vueltos costumbres domésticas y cotidianas, quien, dice, “todavía conserva como si fuera una reliquia”, un zapatito de cuero gamuzado y felpilla que el bebé Georgie usó en 1902 y que durante 66 años su madre, doña Leonor Acevedo de Borges, guardó y luego regaló a Fani poco antes de morir, a los 99 años, el 8 de julio de 1975; la cual, si hubiera querido, pudo haberlo rematado a través de la Casa Sotheby’s de Nueva York o de Londres, si se piensa en los casos de personas que, cita James Woodall, han especulado (y especulan) con manuscritos y objetos de Borges. 

   
El bebé Georgie en 1902
Foto en Borges. Esplendor y derrota (Tusquets, 1996)
         Pero ante el pleito contra Fani y frente al juicio que la viuda María Kodama les ganó a los sobrinos de Borges: Luis y Miguel, hijos de su hermana Norah y del escritor español Guillermo de Torre (cómplices, además, apunta Woodall, en un lejano y nauseabundo robo: “En 1979, Luis, con la connivencia de Miguel, extrajo fondos de la cuenta bancaria de Borges para financiar la compra de una propiedad”), el biógrafo refrenda y proclama a los cuatro pestíferos vientos de la globalizada y recalentada aldea su índole de heredera universal, para que así nadie dé paso sin guarache y sin mirar quién es quién en los tejemanejes y negocios de la aldea global: “María Kodama es la única heredera de Borges y controla sus derechos de autor en todas las lenguas y en todos los lugares del mundo en que se publique a Borges, se lo lea, se lo adapte al cinematógrafo y se lo cite en la prensa, durante toda su vida” [...] “desde el punto de vista financiero, legal y textual, ella es la única propietaria.”
     
Borges y María Kodama
       Remontándose a 1993 cuando empezó a trabajar en su biografía, James Woodall dice que en el “actual mundo angloparlante” “personas de las que cabía esperar que conocieran algo sobre Borges” solían hacerle dos preguntas: “¿cuándo irá a visitarlo? y, segundo, Borges escribió Cien años de soledad, ¿no es así?” Entre los hispanoparlantes quizá sólo las analfabetas funcionales y los teleadictos (de los monopolios mexicanos) le harían tales preguntas. Pero lo que transluce e implica la anécdota de James Woodall es el hecho de que su biografía está pensada a imagen y semejanza de un manual (tipo Reader’s Digest) para ser digerido, sobre todo, por un lector medio de habla inglesa que quiere acceder a ciertas minucias y menudencias de la vida y obra de Jorge Luis Borges. 
    Y es en tal meollo e intríngulis donde se localiza una de las principales desavenencias con las que tropieza un lector de la presente traducción. James Woodall leyó en inglés cuentos y poemas que Borges escribió en español, y libros sobre éste en inglés originalmente escritos en castellano, como es el caso de Borges a contraluz (Espasa Calpe, Madrid, 1989), memorias de Estela Canto (1916-1994); pero a la hora de armar la versión del libro en español no se transcribieron, en muchas citas, los fragmentos de poemas y cuentos tal y como Borges los escribió en el idioma de Cervantes, sino que fueron traducidos del inglés al castellano, lo cual implica notorias diferencias —incluso de sentido— entre las presentes versiones y lo originalmente escrito y publicado por Borges, Estela Canto y otros autores. 
   
Borges y Estela Canto paseando por la Costanera (1945)
Foto en Borges a Contraluz (Espasa Calpe, 1989)
       Todo indica que James Woodall es un ferviente lector y devoto de la obra de Borges, más que nada de la narrativa, en la que sitúa en el pináculo los cuentos de Ficciones (1944) y de El Aleph (1949), muy por encima de sus ensayos y poemas. También es un investigador que suele acreditar sus fuentes; pero no deja de ser parcial y discriminatorio, de modo que aderezó sus páginas con rumores y chismes no del todo cotejados o sin pruebas fehacientes. Así, sino lastima a María Kodama ni relata que ésta le extirpó la dedicatoria al “Poema de los dones” (cosa que por obvias razones sí hizo María Esther Vázquez), en otros casos, como no queriendo la cosa, sí desliza fétidos y venenosos chismes de lavadero de vecindario. 
   
Fragmento del  “Poema de los dones dedicado a María Esther Vázquez
Página del tomo Obras completas (Emecé, 14ª ed., Buenos Aires, 1984)
      Por ejemplo, en la página 141 al aludir el legendario donjuanismo de Adolfo Bioy Casares, dice de Silvina Ocampo (su esposa desde el 15 de enero de 1940 hasta la muerte de ella el 14 de diciembre de 1993): “Silvina, que era mayor que Bioy, parecía expresar un interés sexual más intenso por las mujeres; hasta se ha sugerido que mantenía una relación con la madre de Bioy, Marta”. 
 
Silvina Ocampo y Marta Casares (Mar del Plata, 1953)
Foto en Las reglas del secreto (FCE, 1991),
antología de Silvina Ocampo editada y anota por Matilde Sánchez
     
Marta Casares y Silvina Ocampo (Mar del Plata, 1953)
Foto en Las reglas del secreto (FCE, 1991)
        Otros chismes son inocuos y hasta simpaticones, como el hecho de que Esther Zemborain de Torres Duggan, quien fue secretaria y colaboradora de Borges en Introducción a la literatura norteamericana (Columba, Buenos Aires, 1967), estuviera “casada con un vasco borrachín algo violento”; o que Victoria Ocampo, la célebre dueña y directora de la revista Sur, apodara la flor azteca a Alfonso Reyes; o que Carlos Fuentes dijera de éste que “era de baja estatura, como una albóndiga”.
     
Alfonso Reyes con cántaro
(Victoria Ocampo lo apodaba La flor azteca)

Foto en Alfonso Reyes. Iconografía (FCE/CN, 1989)
     
Alfonso Reyes y el actor Jock Mahoney 
(Tepoztlán, 1957)
Alfonso Reyes 
era de baja estatura, como una albóndiga”, Carlos Fuentes dixit
Foto en Alfonso Reyes. Iconografía (FCE/CN, 1989)
        Quizá lo que más o menos justifique el total del intrincado menjurje de chismes, genealogía, datos, reseñas, ataques, anécdotas librescas y de viajes, amores y desamores, padecimientos y exultación, controversia y ceguera ante ciertos acontecimientos políticos y sociales, etcétera, es el hecho de que la íntima cotidianidad de una persona (donde se engendran las obras) es más o menos así: un inextricable tejido (a veces insondable) que implica y denota la contradictoria índole de la condición humana, siempre vulnerable y proclive a un sinnúmero de errores, miserias, defectos y desdichas. Por ello y por más, Borges solía decir: “Un libro no es menos íntimo que las manos y los ojos”.
En el incesante universo de los libros, la biografía de James Woodall es una más de las muchas biografías que se han escrito, se escriben y se escribirán sobre Jorge Luis Borges, autor de “uno de los más grandes legados literarios del siglo XX”. 
Para James Woodall, Jorge Luis Borges. A literary biography (Dutton, 1978), de Emir Rodríguez Monegal, es un libro “plagado de errores”; y según él se propuso corregir los “por lo menos sesenta errores” que ciertos “laboriosos borgeanos de Buenos Aires han contado”. Pero en el remoto caso de que los haya corregido es fácil advertir que él incurrió en un abrumador número de yerros y metidas de pata. Objeta, además, que Monegal “no mantuvo una relación íntima con Borges” y que “asume un punto de vista obsesivamente psicoanalítico al abordar al hombre”. 
 
Emir Rodríguez Monegal y Jorge Luis Borges
       Pero además de que James Woodall tampoco fue íntimo de Borges (Monegal lo aventaja sobremanera por el hecho de que sí lo conoció, habló e intimó con él), en el capítulo 6 de su biografía aventura un pseudopsicoanálisis de los supuestos “efectos psicosexuales” que pudo originar el error del padre al llevar al jovencito Georgie (tímido e inseguro) a un burdel para que con una furcia tuviera su primera experiencia sexual. Con su bagaje freudiano y lacaniano, dice Woodall, Monegal “al abordar al Borges niño y al Borges joven, produce una imagen parcial de él, no un verdadero retrato”; pero él también produce imágenes parciales, matizadas y manidas, y no verdaderos retratos. Dice que “la prosa de Rodríguez Monegal carece de todo rasgo humorístico, un pecado capital cuando se trata con un hombre tan ingenioso como era Borges”; pero la prosa de James Woodall, fuera de los jocosos chismes y algunos chistoretes, carece de humor e ingenio (pese al acopio de información y a ciertos análisis). 
El adolescente Georgie con sus padres y su hermana Norah (1915)
Foto en El factor Borges. Nueve ensayos ilustrados (FCE, 2000).
de Nicolás Helft y Alan Pauls
       Pero además de que James Woodall no leyó el Borges. Una biografía literaria, que es la versión de la biografía de Emir Rodríguez Monegal que Homero Alsina Thevenet tradujo del inglés al español y que el FCE editó en México, en marzo de 1987, misma que contiene una serie de modificaciones que el autor hizo ex profeso antes de morir de cáncer el 14 de noviembre de 1985 y que no se hallan en la versión inglesa, su deuda con el libro de Monegal es enorme: una y otra vez lo cita y lo sigue a pie juntillas. Basta cotejar, para advertirlo, la cronología de ésta o la del Ficcionario (FCE, México, 1985) —son casi las mismas— con lo que Woodall argumenta en sus capítulos. 

   
(Contraporada)
Foto: Eduardo Comesaña
      Sin embargo, su deuda es mayor con An autobiographical essay de Jorge Luis Borges, que Norman Thomas di Giovanni (traductor al inglés y secretario de Borges entre 1968 y 1972) armó, en calidad de amanuense y entrevistador, para The Aleph and other stories 1933-1969 (Jonathan Cape, London, 1971) —previamente publicado en la revista The New Yorker el 19 de septiembre de 1970 con el título Autobiographical notes y luego en la edición neoyorquina de tal antología narrativa editada en octubre de ese año por Dutton—, cuya traducción al español Borges nunca quiso realizar ni consentir, pese a que sus biógrafos solían citarlo y traducir pasajes; no obstante, según registra Marcos-Ricardo Barnatán en la cronología de su libro Borges. Biografía total (Temas de Hoy, 2ª ed., Madrid, 1998), en octubre de 1971, “en La Gaceta de México” (se infiere que la editada por el FCE) se publicó una versión traducida por José Emilio Pacheco; y el 17 de septiembre de 1974, en Buenos Aires, en el periódico La Opinión, se publicó “una traducción anónima del texto” titulada “Las memorias de Borges”. Pero en 1999, con motivo del centenario del nacimiento del escritor, María Kodama, la viuda y heredera universal de sus derechos de autor, autorizó que fuera coeditado en Barcelona, por Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores y Emecé, con prólogo y traducción al español de Aníbal González, más un epílogo de ella y una rica iconografía en sepia y en blanco y negro.

James Woodall, La vida de Jorge Luis Borges. El hombre en el espejo del libro. Iconografía en blanco y negro. Traducción del inglés al español de Alberto L. Bixio. Editorial Gedisa. Barcelona, 1998. 384 pp. 

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